Max R. capturó decenas de millones
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Hoy comienza el juicio penal contra el tristemente célebre Max R. Se le acusa de fraude en inversiones, falsificación y prestación de servicios de inversión sin licencia. En total, el neerlandés se embolsó €25 millones en inversiones. La justicia pide para él una pena de dos años de prisión.
Acusaciones de la AFM contra Max R.
El 11 de abril de 2023, Max R. (26 años) y su novia Emma H. (29 años) fueron detenidos por el Servicio de Información e Investigación Fiscal (FIOD). Varios bancos habían detectado grandes transferencias en su cuenta bancaria. Sin embargo, abriendo cada vez nuevas cuentas bancarias, consiguió pasar desapercibido durante mucho tiempo.
La operación parecía estar alojada en una sociedad de responsabilidad limitada, pero no era más que una cáscara vacía. Los flujos de dinero indicarían un fraude ponzi y, tras informar de ello al regulador, se abrió un informe de la Autoridad de los Mercados Financieros (AFM) contra Max R.
El CEO de Bitvavo, la mayor víctima
En total, Max R. consiguió reunir más de 25 millones de euros en inversiones de un total de 164 personas. Max R. afirmó que la administración de su fondo de inversión corría a cargo del proveedor internacional de servicios Apex. Resultó que Max R. nunca fue cliente de Apex.
De la cantidad total que Max R. sustrajo a sus inversores, 7,2 millones de euros procedían del CEO del exchange de criptomonedas Bitvavo, Mark Nuvelstijn. Nuvelstijn es, por tanto, la mayor víctima, ya que reclama 16,5 millones de euros por daños y perjuicios.
Ni un inversor milagroso ni un plan premeditado
Según Sylvester Römer, abogado de Max R., éste nunca actuó siguiendo un plan preconcebido. Aunque se le apodó «inversor milagro», esto no era cierto. Max R. empezó a invertir a los 20 años. Se pasaba el día sentado detrás del ordenador, donde realizaba muchas operaciones con pérdidas sólo al final, dice Römer.
Tras su detención, su vida cambió considerablemente. Max R. era conocido por su estilo de vida excesivo, con casas caras en Ámsterdam. También pagaba coches caros, joyas, jets privados y vacaciones de lujo con el dinero de los inversores. Ahora vive en un ático donde ni siquiera puede acceder a su propia cuenta bancaria.