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El concepto de monedas digitales de bancos centrales (CBDC) es muy vago para mucha gente. Aún no está claro qué quieren exactamente los gobiernos y los bancos centrales de estas monedas nacionales totalmente digitales. No obstante, casi todos los bancos centrales parecen estar investigándolas. Se calcula que para 2030 ya se emitirán 24.
El 93% está investigando las monedas digitales
Así lo afirma el Banco de Pagos Internacionales (BPI) en un informe de investigación. Una de las tareas del BPI es investigar lo que ocurre en la economía. Entre octubre y diciembre del año pasado, el instituto preguntó a 86 bancos centrales de todo el mundo qué están haciendo exactamente en materia de CBDC y cuál es su motivación para emitir una moneda de este tipo. De hecho, a diferencia de la mayoría de las criptomonedas, una CBDC pone al banco central al timón.
En la actualidad, cuatro bancos centrales ya están emitiendo una moneda totalmente digital: Bahamas, los Estados insulares del Caribe Oriental, Jamaica y Nigeria. Además, los bancos centrales de varios países ya tienen en marcha proyectos piloto en distintas fases. Por ejemplo, los funcionarios chinos ya cobran en yuanes digitales.
Hay dos tipos de CBDC. Los «CBDC minoristas» son para consumidores, y los «CBDC mayoristas» utilizarán instituciones financieras para realizar transacciones entre sí. En la actualidad, el sistema financiero también funciona así en gran medida, pero ahora mismo las transacciones aún no están en una blockchain.
Según el BPI, se espera que en 2030 haya un total de 24 monedas fiduciarias digitales, a saber, 15 CBDC minoristas y 9 CBDC mayoristas. Además, nada menos que el 93% de los bancos centrales están investigando una moneda digital.
Los bancos centrales tienen motivos de sobra
Además, hay indicios de que muchas de estas instituciones están todo menos preparadas; el 68% afirma que no estará listo para emitir una en breve. Sólo el 18% quiere introducir ya una moneda de este tipo en los próximos tres años (es decir, entre 2023 y 2026).
No obstante, se citan razones claras para ello, como la estabilidad financiera y la eficacia de los pagos a nivel nacional y entre distintos países.
De hecho, incluso en el Parlamento Europeo hay debate, ya que no todo el mundo tiene claro cuál es exactamente la viabilidad de un euro digital. Aparentemente, no ocurre lo mismo con los bancos centrales investigados.