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Matthew Mellon, heredero de la famosa familia Mellon Bank, ha llevado una vida que ha fascinado y asombrado a la vez. Su viaje desde la gestión de un legado familiar hasta convertirse en multimillonario de Ripple (XRP) es tan notable como trágico.
Una rica herencia y riqueza en XRP
Matthew no era un heredero rico cualquiera. Era descendiente directo de Thomas Alexander Mellon, el fundador de lo que hoy se conoce como The Bank of New York Mellon, y también de Anthony Joseph Drexel, el fundador de la firma de Wall Street Drexel Burnham Lambert. A los 21 años, Matthew había heredado la impresionante suma de $25 millones de hasta 14 fondos fiduciarios.
Fueron los gemelos Winklevoss, conocidos en la comunidad criptográfica por su batalla legal con Mark Zuckerberg por la creación de Facebook, quienes introdujeron a Mellon en el mundo de las criptomonedas. Tras comprar inicialmente Bitcoin (BTC) e invertir en empresas relacionadas, su atención se desvió hacia XRP. Un arriesgado movimiento de $2 millones acabó generando unos beneficios sin precedentes: en 2018, esa inversión valía más de $1.000 millones.
Pero Matthew fue cauto. Sabiendo que las criptomonedas suelen ser objetivo de los piratas informáticos, distribuyó su riqueza en XRP en docenas de «carteras frías», distribuidas y almacenadas bajo nombres falsos. Estas carteras estaban aseguradas con claves digitales, que Mellon escondió en varios lugares de las cámaras acorazadas de bancos de todo el país.
Cómo se perdieron 500 millones de Ripple
A pesar de su éxito financiero, Mellon luchó personalmente contra múltiples adicciones. Su lucha contra una adicción al OxyContin le costaba $100.000 al mes, y tomaba unas 80 pastillas diarias. Además del OxyContin, también tuvo que lidiar con la adicción a la cocaína durante su matrimonio con Tamara.
En un intento por reconducir su vida, ingresó en un centro de rehabilitación en Cancún, México. Por desgracia, fue allí donde su vida terminó de forma abrupta y trágica a los 53 años, presumiblemente debido a un ataque al corazón provocado por el consumo de drogas.
Tras su muerte, muchas preguntas quedaron sin respuesta, especialmente sobre el destino de sus cuantiosos criptoactivos. Las claves digitales ocultas, repartidas en varias cámaras acorazadas de bancos, sólo las conocía él personalmente. Esto significa que gran parte de su riqueza puede haberse perdido para siempre. La vida de Matthew Mellon sirve como poderoso recordatorio de la fugacidad tanto de la riqueza como de la vida misma.