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Recientemente, se ha producido un preocupante aumento de las estafas denominadas «pig butchering«, o «románticas», en el mundo de las criptomonedas. Aquí, a menudo se seduce a las víctimas con palabras halagadoras o incluso falsos intereses amorosos, tras lo cual entregan sus activos al estafador.
¿Cómo funciona esta estafa?
Los estafadores se acercan a las víctimas potenciales a través de las redes sociales, haciéndose pasar por amigos o compañeros sentimentales. Muchos encuentran a sus víctimas a través de sitios de citas, donde aprovechan la necesidad de compañía y conexión. Pero las estafas no se quedan ahí; las víctimas suelen ser abordadas a través de plataformas como Instagram, Discord, Telegram e incluso LinkedIn. La conversación suele trasladarse a aplicaciones como WhatsApp, donde comienza el verdadero trabajo.
A continuación, el estafador convence a la víctima para que invierta en criptomonedas, a menudo enviando un enlace a un exchange o aplicación de criptomonedas que parece legítima. En realidad, estos enlaces suelen ser falsos. Una vez invertido, se disuade a las víctimas de retirar su dinero con excusas sobre todo tipo de costes adicionales. Cuando las víctimas se dan cuenta de que han sido estafadas, su dinero ya ha desaparecido.
La complejidad del enjuiciamiento
La persecución de estas estafas es compleja. A menudo los estafadores no están en el mismo país que sus víctimas. Muchos estafadores operan desde países como China y Emiratos Árabes Unidos, donde no existen tratados de extradición o donde la extradición se complica por falta de cooperación o corrupción.
Sorprendentemente, el estafador también puede ser él mismo una víctima, por ejemplo de la trata de seres humanos. En consecuencia, las fuerzas de seguridad suelen centrarse en desbaratar las actividades de los estafadores, como los negocios falsos y el blanqueo de dinero, en vez de en los propios estafadores.
¿Cuál es la solución? Está claro que se necesita más cooperación entre los sectores público y privado para hacer frente a esta amenaza creciente. Aunque a veces se recuperan cantidades, las pérdidas totales se estiman en unos $3.000 millones de dólares al año, y esta cifra va en aumento. Muchas víctimas no denuncian sus pérdidas, por lo que la cantidad real es probablemente aún mayor.
Para protegerte de estas prácticas, es importante tener cuidado con quién compartes información de contacto, no responder a mensajes de desconocidos e investigar siempre las bolsas y plataformas de negociación de forma independiente.