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El año pasado fue desastroso para el sector de las criptomonedas. En mayo, el ecosistema Terra (LUNA) se vino abajo, y seis meses después le tocó el turno a FTX. Un informe del Banco de Pagos Internacionales (BPI) cortó por lo sano con estos dos sucesos. Sin embargo, los criptoescándalos no parecieron tener ningún efecto en los mercados financieros tradicionales.
Un año desastroso para las criptomonedas
En mayo de 2022, Terra se derrumbó como un castillo de naipes. El algoritmo en el que se basaba la stablecoin terrausd (UST) se vino abajo, y el ecosistema, con una capitalización de mercado de $40.000 millones, se esfumó. En las semanas siguientes, el suceso se prolongó y $450.000 millones de liquidez abandonaron el sector de las criptomonedas.
Seis meses después, en noviembre, colapsó una de las mayores y más conocidas bolsas de criptomonedas: FTX. Se descubrió que el exchange había manipulado los activos de los usuarios y el mundo de las criptomonedas quedó conmocionado. Hasta $200.000 millones desaparecieron del sector en las semanas siguientes.
Según el BPI, principalmente los grandes propietarios de criptomonedas, también llamados «ballenas», vendieron sus tokens tras estos dos escándalos. Los propietarios de criptomonedas más pequeños compraron solo en la caída.
Los sistemas financieros tradicionales no se vieron afectados
Lo sorprendente es que, a pesar de su enorme repercusión en el mundo de las criptomonedas, estos acontecimientos no tuvieron efectos indirectos evidentes. El sistema financiero más amplio no pareció verse afectado por los golpes que cayeron sobre los crypto mercados.
“Nuestro análisis también sugiere que la caída libre del sector crypto no tuvo impacto en el sistema financiero más amplio. Pero si las criptomonedas estuvieran más entrelazadas con la economía y los sistemas financieros tradicionales, el impacto de la caída de las cryptos habría sido mucho mayor”.
Así lo afirma el informe del BPI. La falta de adopción de las criptomonedas en la economía mundial actual es, por tanto, la razón por la que los efectos de Terra y FTX se mantuvieron bastante aislados. Si el mundo criptográfico y los mercados financieros estuvieran más entrelazados, las consecuencias podrían haber sido de mayor alcance.