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El autoproclamado «rey de las criptomonedas» de Canadá, Aiden Pleterski, ha sido secuestrado, torturado y retenido como rehén para pedir un rescate de 3 millones de dólares, según documentos judiciales oficiales. Por desgracia, en el mundo de las criptomonedas siguen produciéndose con regularidad historias sombrías como ésta, porque muchos delincuentes piensan que personas como Pleterski son un cofre del tesoro andante. Lo cual no suele ser el caso, ya que el cryptomillonario medio no se limita a guardar sus bienes en casa.
Problemas para el rey de las criptomonedas
Por cierto, la situación de los rehenes no es el único problema de Pleterski, que se declaró en quiebra el pasado agosto. El «inversor» de 23 años gestionaba activos de inversores por valor de $41,5 millones, que se suponía que iba a colocar en el mercado para ellos. En realidad, nada de esto resultó ser cierto y Pleterski sólo invirtió $670.000 de los activos.
Mientras tanto, supuestamente utilizó 16 millones de ese capital para financiar su propia vida extravagante. Durante ese periodo, alquiló aviones privados, se fue de vacaciones de lujo y compró coches deportivos caros, entre otras cosas.
En diciembre, las autoridades canadienses se vieron repentinamente sorprendidas con la noticia de que Pleterski había sido secuestrado. Documentos judiciales fechados el 14 de marzo muestran que el padre de Pleterski, Dragan Pleterski, relató con detalle el espantoso secuestro de su hijo.
Secuestrado durante tres días
En total, los secuestradores retuvieron presuntamente a Pleterski durante tres días. «Lo retuvieron durante unos tres días, lo condujeron por distintas partes del sur de Ontario, lo golpearon, abusaron de él y sólo le permitieron llamar a algunas personas».
Una de las personas a las que permitieron llamar a Pleterski fue su casero, Sandeep Gupta. Pleterski le pidió 3 millones de dólares para pagar a sus secuestradores, según consta en documentos judiciales.
El padre de Pleterski afirma que su hijo fue finalmente puesto en libertad con la condición de que encontrara dinero rápidamente para pagar a sus secuestradores y de que no se le permitiera ponerse en contacto con las autoridades. En definitiva, se trata de otra extraña historia, de la que, por cierto, está por ver si todo es realmente cierto.